Monday, 26 November 2012

Lectura del 25N y sus resultados

Después de una noche llena de sorpresas  para la mayoría toca analizar el panorama político que ha quedado tras las elecciones autonómicas e interpretar los resultados en clave electoral, democrática y social.
En primer lugar, antes de analizar los resultados, es un día de buenas noticias para la democracia catalana. Es muy destacable la alta tasa de participación en las elecciones, logrando situarse en el 69,5% según la Vanguardia, llegando a niveles récord. La convocatoria de elecciones anticipadas y la importancia que se ha dado a las consecuencias que puede tener una situación u otra ha logrado movilizar al electorado. Este es un primer buen síntoma para la democracia en Catalunya, solo cabe esperar que no sea una situación aislada fruto del contexto, sino un precedente y la manifestación real de las demandas democráticas en los últimos años. El segundo buen síntoma, evidentemente, es el sano multipartidismo que se ha logrado en las urnas, expresión de la pluralidad de la sociedad, que pese a dificultar la gobernabilidad, es el primer paso hacia el debate, la negociación y la inclusión de todos los sectores de la sociedad en la toma de decisiones en el parlamento. Que estos síntomas pasen de síntomas a mejoras del sistema democrático, que aunque pequeñas esperanzadoras, se verá en la próxima legislatura y dependerá de cómo un partido acostumbrado a gobernar solamente si tiene mayoría para hacerlo solo, se las ingenia para lograr gobernar integrando el pluralismo parlamentario en sus políticas sociales, económicas y, si no se echa atrás, en el camino a un Estado independiente.
En cuanto a los resultados, teniendo en cuenta el doble eje de por el que se rige el sistema de partidos catalán (nacionalista y izquierda-derecha) ya podían esperarse unos resultados complejos y difíciles de interpretar.


No por ello está justificado que muchos medios de comunicación se estén adelantando a los acontecimientos predicando que el proyecto soberanista ha fracasado, en relación a ese primer eje. Sorprendentemente (sorpresa parece ser la palabra del día), tras convocar elecciones anticipadas y hacer una campaña de vencedor y líder, Mas ha tropezado estrepitosamente con la realidad y ha perdido 12 escaños, lo que resulta bastante paradójico, teniendo en cuenta que él convocó las elecciones sin que nadie se lo pidiera. Algunas justificaciones que explican estos resultados son que, para la sorpresa de muchos, sobre todo de Mas, los votantes que no han dejado que su voto fuera únicamente en clave soberanista, le han castigado por los pasados años de gobierno y para los que sí votaban en clave de independencia, su proyecto y su partido no parecen ser los que más confianza generaban. De ello podemos concluir que la campaña mesiánica de Mas no ha sido la acertada para conquistar al electorado que esperaba, además de las recientes sospechas de corrupción que le manchan el nombre, sin embargo, no podemos olvidar que va a ser el partido gobernante.
Más allá de eso, hay que tener en cuenta que CiU no es el único partido que defendía la independencia en estas elecciones, sino que detrás suyo estaban ERC, como partido tradicionalmente independentista, las CUP (3, sube 3) y ICV  (13, sube 3) y que entre los cuatro suman 87 escaños, es decir, 2/3 del parlamento. Por lo tanto, difícilmente podemos decir que el pueblo catalán haya hablado y haya dicho que no quiere independencia, más bien han dicho que no depositan su confianza absoluta en el proyecto de Mas, que ya días después de plantearlo empezaba a plantear condiciones y “y si”s. Pero ERC es la segunda fuerza del parlamento, y tal vez el auténtico ganador de las elecciones, que desde las pasadas elecciones ha subido 11 escaños con una propuesta claramente independentista y ello nos debe dar una muestra de las preferencias del electorado. Así pues, si hay voluntad por parte de las dos primeras fuerzas, pactando se puede lograr tirar adelante el proyecto, que aunque lleno de baches, es la voluntad de la mayoría.
En cuanto a la otra cara de la moneda, el electorado no-secesionista tenía tres opciones de voto. La primera y más moderada era la del PSC con una propuesta “sensata” de federalismo.  Sin embargo, tras una campaña que parecía que buscaba dar pena para conseguir votos con Pere Navarro con cara de perro abandonado, el fracaso del PSOE en las últimas generales y la falta de estructura y de cohesión general que hay en el partido consecuencia de la división entre independentistas y no independentistas, nadie esperaba que fuera a tener ningún éxito y le auguraban una caída estrepitosa en la representación parlamentaria. Pero no ha sido tan grave como todos esperaban: pasan de segunda a tercera fuerza política pero solo pierden 8 escaños (de 28 a 20), por lo que en la sede seguramente hoy están de celebración. La segunda opción era la planteada por Sánchez-Camacho desde el PPC, expresada a través de una campaña negativa, de odio y crítica que buscaba el miedo de su electorado para conseguir no cambiar la situación. Esperaba conseguir el voto útil de todos los no-secesionistas y lograr entrar en el parlamento como segunda fuerza, pero, ni cerca de eso, va a entrar como cuarta fuerza (cuando antes era tercera) con solo un escaño más que en la legislatura anterior. Seguramente para la sorpresa del partido, el electorado de derechas no independentista no se declara tan abiertamente de derechas como a ellos les convendría y por ello, muchos de sus electores, tal vez también concienciados por la importancia de dar cabida a pequeños partidos, han ofrecido su voto a Ciutadans, que entrará en el Parlamento con 9 escaños y grupo parlamentario propio.

En relación al segundo eje (izquierda-derecha), que aunque haya recibido menos atención por parte de los medios de comunicación y la opinión pública, también divide las opciones políticas y es un pilar básico de los programas electorales de la mayoría de partidos, observamos como los partidos de derechas no obtienen tan buenos resultados como esperaban. Se muestra el castigo y la preocupación social por las políticas de austeridad, los recortes y la supremacía del neoliberalismo económico como posición en nuestro sistema político al bajar CiU. Por el lado de el PPC, no modifica mucho sus resultados, aunque tuviera esperanzas de subir. Es previsible como ambos partidos tomaran una postura de cooperación y apoyo en los aspectos económicos y sociales para lograr que pasen sus propuestas. (50+19=69). Suben y se mantienen las izquierdas, que aunque divididas, juntas pueden lograr hacer oposición a CiU (21+20+13+3= 57).
Así pues, podemos concluir que el mundo no va a cambiar mañana pero que en clave realista, los resultados no son todo lo malos que podrían haber sido y que empiezan jornadas de intensa reflexión en la sede de todos partidos para ver cómo se maneja el desafío que la sociedad catalana ha planteado.

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