Wednesday, 26 February 2014

Zanahorias

Cualquiera que me conozca sabe que ser pelirroja ha sido uno de mis anhelos más profundos desde que era pequeña. Probablemente todo empezó con Lindsay Lohan y eso es algo muy feo que decir porque nadie creería que nada bueno puede empezar con ella, pero "Tu a Londres y yo a California" marcó un antes y un después en mi vida.

Cuando se estrenó yo tenía 5 años, pero no la vi hasta que un día la dieron por la tele y la grabamos en VHS así que calculo que tendría unos siete años más o menos. Desde entonces probablemente la vi una vez a la semana (sí, era una adicta al cine y tenía tiempo para serlo). Según mi humor cada semana podía desear ser Annie en Londres, toda snob y formalita, o Hallie si me apetecía vivir en California tomando el sol y siendo un poco más viva. En una de esas semanas debí darme cuenta de que jamás desarrollaria pequitas, que eso no iba a ser algo para mi, así que me corté un mechón de pelo más corto como flequillo porque Hallie lo llevaba y cuando Annie fue a California a conocer a su padre también tuvo que cortarselo. Fue un desastre.

Pero es que yo quería pecas y quería ser pelirroja y ese mechón era lo más cerca que iba a estar de ninguna de las dos cosas, que con el tiempo se ha hecho evidente que van bastante unidas (cosas de genética). Nos mudamos a Castelldefels y mi primera mejor amiga allí se llamaba Andrea y por supuesto tenía pequitas. Nació mi hermana Sara y para cuando tenía tres años me di cuenta de que había heredado las pecas de mi madre, así que evidentemente la genética no estaba de mi lado. Muchos años más tarde me enamoré de un chico con padre pelirrojo que le había bendecido con pequitas y cada vez que le da el sol en la cara en verano le quiero mucho más que en invierno. Luego cuando sugiere que tome el sol con colador un poco menos, pero eso es otra historia.

Supongo que la moraleja es que las pecas y el pelo rojo no es algo que se pegue, por desgracia, y que si quiero almenos ser pelirroja tendré que teñirme, aun que eso requeriría cuidarme el pelo y no puedo fardar de que sea mi especialidad. Igualmente, no es lo mismo.






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